domingo, 8 de octubre de 2017

EL SILENCIOSO TRABAJO DE UN ABUSADOR SEXUAL CLERICAL

MEMORIA DE UN ABUSO SEXUAL CLERICAL CAPÍTULO UNO
EL SILENCIOSO TRABAJO DE UN ABUSADOR SEXUAL CLERICAL

"Él esperó de ellos derecho, y ahí tienen: asesinatos,
esperó justicia, y ahí tienen: lamentos. "
(Isaías 5,7)



La obscenidad eclesiástica, expuesta por los casos de abusos sexual al interior de instituciones católicas ha remecido al mundo al inicio del tercer milenio. Nada menos parecido a los anuncios jubilares de un vetusto Juan Pablo, revestido del púrpura y del morado... liturgia penitencial la del anciano por sus pecados silenciados. Amasando fortunas con Masiel y sus secuaces, el papa Magno murió bendiciendo criminales.
Obscena la Iglesia que abusa de sus hijos: ¿Qué tipo de madre y maestra es esa?

Algunos sobrevivimos al infierno que eso significa... los pastores transformados en lobos desaforados por un ello enfermo, instinto trastocado por un celibato mal educado, ignorante de la espiritualidad de los padres fundadores y del mismo Jesucristo. El abuso sexual es un gesto histórico inscrito en nuestra piel, donde culmina satisfecho el trabajo quirúrgico en la emocionalidad de un adolescente, lobotomía religiosa que divide el cerebro en dos, herejía condenada por los concilios sobreviviendo en los pasillos de un convento de religiosos, en medio de un año Jubilar.

Para lograr su objetivo, el malhechor se aprovecha de toda circunstancia que rodee a la víctima; al fin y al cabo, la alteridad del abusador está alterada, travestida entre las faldas de sus ornamentos y su sotana. En mi caso, mi historia familiar me acercó de pequeño al misterio de la fe y fue acompañado desinteresadamente por el Padre Gabriel Correa y sus cercanos. Desde mi cuna, la espiritualidad redentorista estuvo presente en el seno de mi familia católica. Eran constantes las visitas de los sacerdotes a la casa y en tiempos de seminario ese compartir se acrecentó.

Mi padre creció bajo el alero de la paternal mirada del hno. Gabriel. A corta edad, y huérfano de padre, el mío debió enfrentar la crudeza del puerto de Valparaíso en la década del 50. La misión redentorista en el cerro Cordillera de Valparaíso le sirvió de refugio, alimento para el cuerpo y nutrición para su espíritu. Mi padre conoció la fe y se alineó con el catolicismo aggiornado del concilio vaticano II. Yo fui educado con ese cuño de espiritualidad, y desde niño se me nutrió del amor a la Iglesia, la devoción a la Virgen y la Adoración al Dios de Jesucristo.

Los sacramentos los recibí en la parroquia de Casablanca, y el contacto con el sacerdocio diocesano fue un elemento importante en mi discernimiento vocacional. La lectura de la biografía de Miguel Woodward, en tiempos posteriores de mi confirmación, ratificaron mi deseo de consagrar mi vida en el sacerdocio para servicio del pueblo de Dios.

Tierra fértil para el deseo trastocado del abusador sexual... un adolescente sediento del misterio, buscando orientación vocacional en un lugar que le reporta seguridad y confianza. ¿Cómo dudar de los hermanos del padre Gabriel, conociendo a Arregui y a tantos otros que con alegría visitaban nuestro hogar?

La confianza y el amor en que me crió mi familia, se transforma en vulnerabilidad en frente de estos monstruos ensotanados, que usan sus revestimientos religiosos para satisfacer sus necesidades básicas y sus excesos morales.

El resto del hechizo se lleva a cabo en el marco de confianza y seguridad que les permite la memoria sana de una infancia cuidada y fundamentada en el respeto de valores éticos y morales que se nutren del evangelio y del seguimiento de Jesús de Nazaret como modelo a seguir. No es capricho adolescente el querer consagrar tu castidad, pobreza y obediencia en un instituto religioso. Para los que saben de la experiencia, el primer choque con la realidad es la pregunta de tus cercanos... ¿y no mas pololas?

El abusador utiliza esa fragilidad en confianza que se genera de la admiración al ministerio sacerdotal, para generar el condicionamiento disciplinario necesario para conocerte y manejar tus emociones.

Es como el ejercicio del director espiritual que te conoce y te propone caminos; pero en este caso te manipula y te señala solo una dirección... la de su propio deseo.

Años de silencio, y otros tantos de terapia me van señalando el recorrido en medio de la trampa. La personalidad de los abusadores está demasiado clara en la literatura para desconocer que son gente que es creíble y convincente, de lo que no nos podemos descuidar es de su perversión manejada por el mecanismo del secreto y la formación reactiva en el manejo del lenguaje.

El silencio, el secreto, la exclusividad en el vínculo... cuéntame, confía en mí... te dicen, mientras toman conocimiento de tus intimidades y la usan a su propio favor. Nice!

Hoy estamos en medio de las investigaciones, la etapa previa de no se qué diablos... todos sabemos que al menos en Chile, Karadima sigue ejerciendo su ministerio en privado y financiado por los mismo de siempre... poca confianza en la Iglesia que trata así a sus hijos abusados, dejando impune al malhechor, haciendo creer que es misericordiosa con el adulto mayor. A pesar de ello, juré con la mano en los evangelios no revelar los detalles de la declaración. Silencio por respeto a la Madre Iglesia, pero así poco avanzamos, con tanto silencio impuesto, cuando es necesario que la verdad asome a la Luz.

Lo que aquí comienzo a escribir tiene la mordaza propia del proceso, pero es necesario comenzar a decir lo que no cubre mi juramento, y es lo que realmente importa... la morbosidad del abuso sexual, déjelo en el expediente, los detalles, los jadeos del sacerdote abusando de mi, la piel víctima de sacrilegio y todas mis cicatrices estarán a salvo en ese secreto; pero lo que no puede estar a salvo es el modo en que operan estas mafias y de cómo se alimentan de la ingenuidad creyente para mantenerse en el tiempo.

Somos mucho, sabemos que soy yo y varios más, pero el silencio y el secreto hacen su trabajo en medio de gente vulnerable a merced de hombres perturbados que cumplen los requisitos para ser ordenados ministros de la Iglesia. Algo funciona mal, es evidente... mientras esto sucede, otros lobos pretenden reunir una fortuna para traer de paseo al obispo de roma. Y probablemente ud.  mismo esté leyendo esto, después de celebrar la fe un domingo de octubre, en su iglesia más cercana.

El manejo emocional y psicológico es escandaloso, y una realidad constatada en cada funeral, bautizo o matrimonio... fechas sensible en el tejido emocional de las familias sencillas que conforman el pueblo de Dios. El tono de voz, la estética cuidada, la vanidad encubierta... ¿reconoce alguno de estos rasgos en nuestros pastores?

Sí, es cierto: no son todos, gracias a Dios. Pero también es cierto que son muchos y se están haciendo invisibles gracias al silencio cómplice de todos nosotros.

Gestionar un premio en el colegio les resulta fácil, para engrupirte en tu graduación de IV medio, o moverse con una pega para tu marido cuando está cesante; te abrazan y te dicen palabras bonitas cuando se te muere tu madre, cantando melodías sobre la otra vida o de ángeles que reciben al difunto. Qué buenos sacerdotes parecen ser, sobretodo; cuando se les hace hace agua la boca con el sobre al final de la liturgia.

Manipulan tu generosidad, tu creatividad y tus ganas locas de servir. Uno es joven, creyente... cree en que Dios es Amor, y que hay que amar como Jesús... hasta los extremos de la cruz. Claro está que para estas bestias, la cruz tiene de forma de cama y te los hacen sentir para tu santificación. 

No te da un poco de asco leer esto? A mi por lo menos me produce repugnancia escribirlo; pero es un ejercicio necesario para evitar, al menos, otro abuso.




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