martes, 22 de enero de 2013

Tiene Sentido una Psicología de la Liberación Hoy?

En medio del complejo panorama psicosocial que se ha generado en el primer gobierno de la Alianza de Derecha Neoliberal, 20 años después de la recuperación de la democracia; las preguntas al psicólogo clínico comunitario se amplifican desde el box de atención a la realidad cotidiana observada en las barriadas porteñas y rurales. 

Si no se han entrampado en el sin número de "famas extranjeras y lisonjas fugaces" que el mercado de la psicología ofrece al mejor postor por toda institución que lucre con la educación de nuestra noble profesión; tendrá la lucidez suficiente para poder descubrir lo que en el núcleo del Proyecto de la Psicología de la Liberación del Jesuíta Ignacio Martín Baró; después de 24 años de su sangriento martirio; aparece como quicio donde gira su propuesta teórico-práxica: La tensión histórica en que el pueblo empobrecido, explotado y maltratado de esta tierra Afroamerindia, ha tenido que Resistir desbordando cualquier tratado sobre Resilencia que podamos obtener en biblioteca. 

La resistencia que el psicólogo hispano recupera como testigo privilegiado en la memoria Salvadoreña, es una resistencia enraizada en una experiencia espiritual y sangrienta desarrollada en medio de la historia de la República Martirial del Salvador. Será la experiencia desastrosa de la guerra civil la que provoca a la Psicología Social, después de su propia crisis normativa vivenciada en las décadas anteriores.¿Psicología al servicio del opresor o psicología al servicio del oprimido? ¿A qué señor sirve el psicólogo?¿Al dinero o al oprimido?¿Se Puede servir a dos señores?. Estas preguntas que no logra desarrollar el fundador de la Psicología Liberadora, se pueden discernir de su propia búsqueda tan ampliamente registrada estos últimos años; y en este sentido podremos usar ese lugar común de que "Para plantear una psicología de la Liberación; hay que proponerse la liberación de la misma psicología". 

Este blog pretende desarrollar este cuestionamiento a lo largo del tiempo que la complejidad de la realidad lo permita; y continuando con mi propio trabajo de tesis para obtener el título de psicólogo en la Universidad Arcis de Valparaíso, tratando de describir lo que he "visto y oído" en nuestra propia realidad Afroamerindia. Si en Chile se cuestiona el aumento en los índices de TDA + H (Trastorno de Déficit Atencional con Hiperactividad), con el consiguiente negocio para las farmaceúticas que fabrican y distribuyen el polémico Metilfenidato; o si en Guatemala se tortura y masacran comunidades de pueblos originarios (con un ignominioso trauma en el tejido socioemocional de esas comunidades) son materias que poco o nada se encuentran en los discursos que posiciona diabólicamente la psicología hegemónica, que se nos impone desde el norte. Finalmente, lo que se encuentra en juego, no sólo es la salud mental de las comunidades; sino que el respeto a sus derechos inalienables de libertad y autodeterminación, que se sostienen (por lo menos desde esta perspectiva) en el registro espiritual de estas comunidades. 

Si seguimos, no de forma literal y fundamentalista, el pensamiento escrito del Testigo Martirizado que nos inspira a desarrollar este proyecto; debiésemos entrar en la descripción de lo que se comprende como la tensión entre religión del orden y religión subversiva. Esta propuesta no es prurito de originalidad u obsesión de fanatismo religioso; sino que responde a la realidad de esta tierra Amerindia. Desde el misionero Mormón que desde Salt Lake City, se encarama en los cerros de Valparaíso, hasta el Comunero Mapuche que lucha por su pueblo en Vilcún, pasando por un sin número de expresiones cotidianas de servicio y entrega, entenderemos que todas ellas comparten un factor en común,(más allá de los estrechos límites de lo que entendemos como religión) la modelación comunitaria desde un registro espiritual que constituye el relato guía de la acción de estos individuos en sus propias comunidades, que se conforman a la imagen de Dios (o del Mysterio) que cargan en su memoria colectiva y que se transforma constantemente, si le creemos al interaccionismo simbólico. 

De todo lo anterior, poco y nada se descubre seriamente en el ejercicio de la profesión del psicólogo; y lo que es peor, no se descubre ni siquiera en la formación de pregrado. La labor de desideologización y de reconstrucción de memoria (desde los empobrecidos y vulnerados) no se podría comprender si no tomamos en cuenta este proceso psicoespiritual (y que claramente el modelo médico ha desdeñado por siglos). La propuesta de una Psicología de la Liberación no sólo es válida hoy; a mi juicio y tratando de no apasionarme demasiado, es Urgente y de ella dependerá el futuro de pueblos enteros que hoy sufren el peso y la furia de la opresión. Finalmente esta Psicología de la Liberación necesita liberarse de la propia psicología institucionalizada, rígida y homicida; para reconocer y recuperar el capital espiritual, multiple, diverso y sorprendente de nuestra amada tierra Afroamerindia.