viernes, 19 de mayo de 2017

Zum Problem der Einfühlung o carta a Edith Stein

Zum Problem der Einfühlung o carta a Edith Stein



Llueve... primer temporal de otoño en mi propio Alcázar. Un templo a mi izquierda, y la Santa Trinidad vigila mi descanso. En frente, un niño llamado Salvador, es mi más joven vecino.

Atravesado de todas las miradas, camino avergonzado por poseer ojos verdes, vocación teológica temprana, sensible por membrana, absolución jubilar de los pecados de una madre, del padre, del hijo; y a veces creo que del mismísimo espíritu santo.

Hace frío, como trinchera de guerra; y tu mirada y tu tibieza, endulzan el recuerdo de esa solemne belleza, que anuncia el despunte de un tercer milenio.

Tercer milenio y la Iglesia tiene dos papas. Uno argentino, jesuíta y muy moderno. Otro es alemán; conservador y muy buena gente. 500 años se me aparecen nuevamente. La Reforma... Teresa de Ávila y los jesuítas. Hoguera para herejes... amor prohibido entre católicos y protestantes.

Corazón de pastor en patria desolada, vigilancia desdoblada de Lutero y su palabra reformada. Iglesia entera, para algunos ya condenada. Mito infierno y toda esa escandalera.

Santo Mártyr Pastor, profeta y espía. Bendita toda tu sangre derramada por la Bestia. Ecumenismo sagrado, diplomacia del amor. Arte pacífico entre hermanos de una misma iglesia... que la de Cristo por supuesto!

Transito abuso, agradezco vuestra hospitalidad; desnudo mis sentencias, mientras aprendo caridad. El abismo de la alteridad, es un espacio tan novedoso, a veces nebuloso... me confunde mientras el Mysterio aparece.

Confirmado en Sacramento por el Cardenal Medina; no cabe duda, de que soy litúrgicamente muy católico. Imprime carácter la belleza de ese gesto, maduro en la fe y dispuesto al martyrio. Obviamente dado nuestra historia, con Woodward y Osorno, poco olvido lo del martyrio; aunque si es por convicciones y por cuidar el honor, en la Iglesia muy católica he de morir.

Un diplomado en Teología y Biblia Sagrada, a buen redil me ha conducido, a pesar de mi macabra y órfica poesía. Hereje, réprobo y contumaz a los ojos de algunos pastores, debo aparecer. Ya no deseo callar más, crímenes de los cuales soy víctima, testigo y terapeuta a la vez.

Iglesia toda inflamada, Canta MAGNIFICAT! De la mano de su María, la vocación de un Jesús despuntaba. Yo hijo de mi madre, siempre tan amada. Mujer católica muy bien portada, bendita enamorada del tal Jesús de Nazaret. Esposa de mi padre, bienaventurada... hija de un abuelo Abraham, como el presidente asesinado de los estados unidos o el patriarca del Pueblo de Dios.

Consagrado todo entero, este tu hijo mal portado, poeta del infierno... una Fernanda implubicable y el deseo de una hija por nacer. Psychología al servicio de la ciencia teologal; vaya despropósito este relato mío, otoño luterano en la frontera de mi propia salud mental.

Desde Viña del Mar agradezco vuestro libro y el testimonio tan sangriendo de tu santidad y tu martyrio.

Vielen, vielen, vielen dank