2.3.2.- Tránsito desde las Teorías del Desarrollo al Concepto de Liberación.
La preocupación por mejores condiciones de subsistencia humana para la mayoría de la población de América Latina y el denominado tercer mundo, llevó en la década de los 50 a postular la tesis del Desarrollo para guiar a la población hacia las metas propuestas por los grandes centros industrializados, en la constante búsqueda por mejores condiciones de vida.
Sin embargo, los esfuerzos en esta línea, se desgastaron rápidamente en el transcurso de los 60, quedando de manifiesto que el “desarrollismo”, no cuestionaba el fondo de los problemas de las sociedades denominadas subdesarrolladas. En general, las propuestas desarrollistas, mantenían el modelo de desarrollo de los países ricos, a costa del subdesarrollo de los países mas pobres. No había en el fondo ningún cambio ni transformación substancial.
Los desgastados límites que imponía el desarrollismo, dan
paso en el pensamiento de Gutierrez al concepto de Liberación. Sin embargo, esta propuesta no surge del prurito de
originalidad de un autor específico. En este caso Gutierrez trata de exponer su
pensamiento en función y en “comunión” con lo más espeso que la Enseñanza
Social de la Iglesia contaba en ese momento.
Un año antes de Medellín, el Papa Pablo VI, nos señalaba que:
“El desarrollo de los pueblos, y
muy especialmente el de aquellos que se esfuerzan por escapar del hambre, de la
miseria, de las enfermedades endémicas, de la ignorancia; que buscan una más
amplia participación en los frutos de la civilización, una valoración más
activa de sus cualidades humanas; que se orientan con decisión hacia el pleno
desarrollo, es observado por la Iglesia con atención.
Apenas terminado el Concilio
Vaticano II, una renovada toma de conciencia de las exigencias del mensaje
evangélico obliga a la Iglesia a ponerse al servicio de los hombres para
ayudarles a captar todas las dimensiones de este grave problema y convencerles
de la urgencia de una acción solidaria en este cambio decisivo de la historia
de la humanidad” (Pablo VI, 1967).
Esta enseñanza de Pablo VI no sólo ilumina Medellín y la obra
naciente de la Teología de la Liberación, proyectada hacia el futuro desde el
que hacer mismo de la praxis cristiana en Latinoamericana. Tambien es una
enseñanza que se funda en lo mejor del magisterio pontificio desde Rerum
Novarum de Leon XIII en adelante. Tradición proyectada hacia el futuro por la Teología de la
Liberación, y que por esa misma proyección se sumerge en la incomprensión y la
sospecha permanente de una civilización y una iglesia que han sido recién
paridas.
La novedad de la teología de la Liberación en este sentido,
radica en que “Cree” desde la Fe en el Dios de Jesucristo, que el ser humano es
agente de su propio destino, no solamente con la brújula de la razón sino que
también con el corazón de la fe religiosa.
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