lunes, 24 de febrero de 2014

Reflexiones Sobre el Pensamiento de Gustavo Gutierrez Merino I

2.3.- Teología de la Liberación de Gustavo Gutierrez:
Una Sistematización Necesaria.

Gustavo Gutierrez Merino. Teólogo
El mismo año de la Conferencia de Medellín, el sacerdote peruano Gustavo Gutierrez realiza una exposición en la localidad de Chimbote (Perú), dando la primera pincelada a la obra que publicará en 1971 con el Título de "Teología de la Liberación, Perspectivas".

En el centro de la reflexión encontramos lo siguiente:

“Entre nosotros la gran pregunta pastoral –y en consecuencia también teológica- es ¿cómo decirle al pobre, a quien se le imponen condiciones de vida que expresan una negación del amor, que Dios lo ama?. Esto equivale a preguntarse ¿cómo encontrar un lenguaje sobre Dios en medio del dolor y la opresión en que viven los pobres de América Latina?(Gutierrez, G. 2008).



El dramatismo y la profundidad de las preguntas gatillan el desarrollo prolijo de una teología que brinde respuestas ante los contextos en que estas surgen y que sean apropiadas a los cristianos y cristianas post Vaticano II. El trabajo realizado en esta perspectiva da origen a una nueva teología cuyo horizonte histórico se traduce en un correlato de las aspiraciones de los pueblos de América Latina que en ese momento se grafican con el título de Liberación. Podemos sintetizar la novedad de la teología de la Liberación en los siguientes puntos:

2.3.1. Una Teología como Reflexión crítica de la Práxis Histórica


El mismo Gustavo Gutierrez grafica la teología en el contexto cristiano, como sabiduría y saber racional. Con estos dos conceptos, el autor se refiere hasta lo que entonces se comprendía como teología en los ambientes académicos. Sin renunciar a lo que tradicionalmente se entendía, Gutierrez tiene la audacia de plantear un paso cualitativo en el concepto de teología al considerarla una “reflexión crítica de la práxis histórica” (Gutierrez, G. 2008).

Con este concepto, se pretende engarzar el quehacer del teólogo con su propia realidad histórica desde la comunidad de creyentes, la Iglesia, en relación al tiempo histórico en que vive. La Iglesia servidora del mundo, a través del oficio del teólogo, está llamada a profundizar en el misterio de la fe en consonancia con la teología que desde el Vaticano II y con Juan XXIII se denominó la “teología de los signos de los tiempos” (Gutierrez, G. 2008).
Ronaldo Muñoz. Teólogo
La teología, al ser reflexión crítica, asume el acervo de la tradición de los veinte siglos precedentes y se proyecta hacia el presente desenmascarando las ideologías que trastocan los postulados fundamentales de la fe cristiana y se convierte en motor de innovación al escrutar la realidad de la actualidad en función del Evangelio, para transformación del mundo. Esta transformación de las realidades sociales, culturales, económicas y políticas, en función del proyecto del Evangelio, es el aspecto práxico del quehacer teológico. De esta forma la teología no sólo es una sabiduría y un saber racional relegado a las aulas universitarias, sino que es también compromiso transformador de la Historia. En América Latina, esta reflexión crítica de la práxis histórica, se traduce en una “Teología transformadora del mundo en protesta de la dignidad humana pisoteada”...

 …“Por todo esto la teología de la Liberación nos propone, tal vez, no tanto un nuevo tema para la reflexión, cuanto una nueva manera de hacer teología. La teología como reflexión crítica de la práxis histórica es así una teología liberadora, una teología de la transformación liberadora de la historia de la humanidad y, por ende, también, de la porción de ella –reunida en ecclesia- que confiesa abiertamente a Cristo. Una teología que no se limita a pensar el mundo, sino que busca situarse como un momento del proceso a través del cual el mundo es transformado: abriéndose –en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de la humanidad, en el amor que libera, en la construcción de una nueva sociedad, justa y fraterna- al don del Reino de Dios” (Gutierrez, G. 2008).


En este sentido, el concepto de práxis, se logra comprender desde la influencia del pensamiento marxista que “centrado en la praxis está dirigido a la transformación del mundo” (Gutierrez, G. 2008). La teología de la liberación utiliza las herramientas de la razón humana (no sólo la filosofía, sino que de todas aquellas que brotan de la inteligencia humana), en función de la transformación de la realidad. No es un saber insipido encerrado en las aulas universitarias ni en los templos, sino que es el compromiso de hombres y mujeres que inspirados desde el Evangelio se vuelcan en el compromiso de una sociedad mas humana y fraterna.

Lo importante desde esta perspectiva es que el proceso de reflexión teológica asume la acción humana en la historia como punto de partida. Sin embargo esta historia humana se proyecta hacia el futuro. Y en este sentido, desde la teología se prefigura el futuro desde la rama del saber teológico que se conoce como escatología. Gutierrez nos describe este proceso de la siguiente manera: “Finalmente el redescubrimiento, en teología, de la dimensión escatológica ha llevado a hacer ver el papel central de la praxis histórica. En efecto, si la historia humana es, ante todo, una abertura al futuro, ella aparece como una tarea, como un quehacer político; construyéndola, el ser humano se orienta y se habre al don que da sentido último a la historia: el encuentro definitivo y pleno con el Señor y con los demás” (Gutierrez, G. 2008)



Este quehacer en la historia no es un mero activismo, ni una pretención de constuir por medios solamente humanos el Reino de Dios en la tierra, sino que se prefigura como el trabajo propio del cristiano, y de la comunidad de creyentes en la construcción de una sociedad donde el fundamento es la fraternidad en función de la fe y el amor en el Dios de la Vida.

Con este concepto de reflexión crítica de la praxis histórica, Gutierrez desnuda una tensión al interior de la Iglesia entre la ortodoxia y la ortopraxis; entendendo la primera como la correcta descripción de la fe en terminos teológicos desde el saber racional, y la segunda como la aplicación de esa fe en la realidad histórica en medio de la sociedad. La ortodoxia no es solo la formulación de verdades en relación a la fe religiosa, sino que se verificaría en el actuar de la comunidad de creyentes en el concierto de la historia, en función de una transformación social abierta al futuro.

De esta forma, a la teología le urge su carácter de reflexión crítica, pues debiese ser “un pensamiento crítico de sí mismo, de sus propios fundamentos.” (Gutierrez, G. 2008)


Ivonne Gebara. Teóloga
Así la teología no sólo se prefigura en su carácter de saber racional, sino que reflexionando críticamente sobre los condicionamientos culturales, sociológicos, económicos y políticos que sostienen la sociedad actual, puede responder iluminada por el Evangelio, desde una práctica concreta en la historia, transformando la realidad opresora desde una praxis liberadora.

La teología desde este horizonte no es ingenua, sino que responde a los desafíos del presente, desde el quehacer pastoral en una reflexion permanente sobre la actividad eclesial. El ejercicio pastoral se configura como el acto primero, la teología es la reflexión que le acompañaría en un acto segundo.

En palabras de Gutierrez: “La teología, en tanto que reflexión crítica, cumple así una función liberadora de la persona y de la comunidad cristiana, evitándoles todo fetichismo e idolatría. Evitando también, un narcisismo pernicioso y empequeñecedor. La teología así entendida, tiene un necesario y permanente papel en la liberación de toda forma de alienación religiosa, a menudo alimentada por la propia institución eclesiástica, que impide acercarse auténticamente a la Palabra del Señor.” (Gutiérrez, G. 2008)



Así entendida la teología, se prefigura en su reflexión y acción en la práxis, como un ejercicio de función profética, pues lee los acontecimientos de la historia para desvelar y proclamar su sentido profundo en función de que el mundo sea un lugar mejor para la humanidad, cuya perspectiva última sería el Reino de Dios.

Entonces, “si la teología parte de esta lectura y contribuye a descubrir la significación de los acontecimientos históricos, es para hacer que el compromiso liberador de los cristianos en ellos sea más radical y más lúcido… estamos pues, ante una hermeneútica política del Evangelio”. (Gutierrez, G. 2008)


Comprendiendo así la teología, podemos concluir que el quehacer teológico no es un mero ejercicio intelectual en la definición y explicación de las verdades de la fe, sino una “inteligencia” de ella que enfrentada a la relación fe - sociedad se confirma como una reflexión de la realidad histórica a la luz de la fe en Jesucristo y de su proyecto del Reino de Dios; por lo tanto a la reflexión sistemática de las realidades configuradas desde la fe, se prosigue el esfuerzo en la praxis para la transformación de las realidades históricas en un ejercicio de liberación de la opresión. 
El horizonte de esa liberación sería el futuro abierto que construya en el presente la libertad humana (o su proceso de liberación) en función de la transformación de la sociedad fraterna, integradora y plenificada configurada en virtud del Reino de Dios.


Ciudad de Casablanca, 24 de Febrero de 2014.

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