"El confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible'" (Evangelii Gaudium 44 - Papa Francisco)
Agradeciendo la invitación del
hermano presbítero Javier Riquelme Aguayo (C.Ss.R), quien a partir de las palabras del
Obispo de Roma sobre el sacramento de la confesión escribió este post, quisiera
señalar que la reflexión siguiente es una reflexión “situada”, pues quien
escribe es bautizado y confirmado en la fe católica, y siendo compañero de
estudios del Hno. Javier, he podido beber de la teología en el mismo Instituto
Alfonsiano. La constante búsqueda vocacional me ha llevado a servir a la
población más vulnerable y empobrecida desde el rol de psicólogo en un Hospital
Público; y en el cruce de la Psicología y la Teología, me he podido encontrar
con el pensamiento de un Sacerdote Jesuíta, asesinado por un comando militar en
el Salvador, quien desarrolla lo que hoy se conoce como Psicología de la
Liberación. Desde esa perspectiva entonces, se sitúa el desarrollo de estas
reflexiones.
Desde que despunta el movimiento
bíblico a inicios del s.XX, se produce en la Iglesia un giro que alcanza su
cúspide en la celebración del Concilio Vaticano II, y entendiéndose la Iglesia
como “Servidora del Mundo” y “Sacramento de Salvación”, se motiva un
aggiornamiento o puesta al día que desde hace 50 años, todavía nos moviliza con
la fuerza del Espíritu en un (a mi juicio) hermoso Kairós. Esta revolución
eclesial, ha ido impulsando un proceso complejo de “vuelta a los orígenes” que
ha tenido diferentes matices y prácticas. Algunos han regresado al latín y
otros más inquietos se han dado a la tarea de descubrir en el Jesús histórico
al Cristo de la Fe.
En el encuentro con el ministerio
de Jesús de Nazaret, atestiguado en el Evangelio, se puede encontrar la
centralidad de su praxis (desde la Cristología Liberadora de Jon Sobrino) en el
anuncio del Reino y en la novedad de un Dios Abbá, cuya opción serán los
empobrecidos. En este ministerio encontramos un Dios cercano cuyo “Principio de
Misericordia” le hace compartir el destino de los excluidos; y desde esa
mirada, siguiendo el Shalom del venerable padre Häring (CSsR) el sacramento de
la misericordia, es uno de los más bellos gestos que se encuentran en la
Iglesia entendida como servidora. Y ese es el significado que puede tener para
mí, en cuanto sacramento, desde la reflexión teológica.
Sin embargo hay un proceso
histórico del cual hacerse cargo, y como laicos tenemos el derecho de
manifestar lo que observamos y en conciencia denunciar la injusticia al
interior de nuestra propia comunidad. Sabemos que a lo largo del tiempo, este
sacramento ha sido manipulado y utilizado para beneficio de una clase de
presbíteros que ejercen una especie de “prostitución sagrada” al manipular la
intimidad de los fieles y manejar la culpa como divisa de cambio y financiar su
status social. La gran reforma protestante, se combustiona con la venta de
indulgencias (perdón de pecados a cambio de dinero) que financiaban las obras
arquitectónicas de la ciudad del vaticano; y a pesar de ello, por lo menos en
la Iglesia Luterana se mantuvo la confesión como una sana práctica, pero sin el
carácter de sacramento.
La prostitución sagrada que menciono, no es una reliquia histórica, sino que son hechos que ocurren cotidianamente en nuestros espacios eclesiales. El caso emblemático es el del Sr. Karadima, que sabemos no es un caso aislado, sino que es recurrente que se utilice el manejo de la culpa para intentar manipular a los fieles en beneficio propio, asociado a dinero y poder. Y sin querer ser sardónico ¿Cuánto es el estipendio por ir a confesar antes de una primera comunión? ¿De verdad hay que creer eso de que no se cobra por los sacramentos?.
El desprestigio del sacramento de la confesión no es porque la sociedad se ha secularizado, (de hecho ese es un problema europeo no latinoamericano, sino ¿cómo se explican los 800.000 peregrinos que se esperan en Lo Vásquez cada 8 de diciembre?); sino por el ejercicio inescrupuloso e irreflexivo, por parte de quienes administran este sacramento en medio del pueblo de Dios. Y si no es argumento suficiente el abuso sexual de menores por parte de miembros del clero, que utilizando la herramienta del control por medio de la culpa; quizás sería bueno refrescar la memoria, de cómo los capellanes militares se prestaron para ejercicios de simulación de fusilamiento, y utilizaron la confesión como cámara de tortura (lo mismo que condena el papa Francisco), o el trabajo que realizaban los misioneros en los campos, cuando confesaban a los inquilinos y después denunciaban en la mesa del patrón a quienes por subsistencia robaban comida.
Reflexionar seriamente del sentido del sacramento en un tiempo donde se exige a los cristianos “armar lío”, nos debiese llevar a reflexionar sobre el sacramento del encuentro con la misericordia de Dios y a denunciar el nuevo ejercicio de los prostitutos sagrados que se hacen llamar sacerdotes. Evidentemente hermano Javier, creo que ud. no es uno de ellos; pero que le rodean varios, no me cabe ninguna duda.
Viernes 14 de Febrero de 2014. En la Fiesta de San Valentín, Cirilo y Metodio
En en el Martirologio Latinoamericano: Pascua de Rick Julio Medrano. Religioso.
Mártyr de la Iglesia Perseguida de Guatemala.
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