lunes, 5 de enero de 2015

Homenaje a Anita Gossens: Santa de Empobrecidos e Injusticiadas en la Legua Emergencia

A Propósito de la experiencia de Pirque.

(Escrito en el Verano de 2011)

Por Michel Bahamondes Barahona

1.- El Renacer de las Esperanzas

Siendo bien honesto, desde el 16 de Agosto hasta el 29 de Enero recién pasado, me pareció vivir en una especie de desierto, donde en medio de la aridez de los entornos y las hostilidades sutiles, encubiertas o inconscientes; podía percibir que la voz del Maestro me preparaba para recorrer un camino que suele ser escarpado y desafiante, como las cumbres nevadas que exigen de la disciplina y la resiliencia, de quienes tienen la osadía de pretender la cima.
No obstante, el domingo 30, el Espíritu me llevó hacia fuentes donde brota agua viva y pude refrescar la sed, descansando alma y cuerpo. La experiencia de Pirque ha sido intensa y exigente desde su génesis; permitiendo evidenciar la forma y el fondo con que quiero vivir este nuevo proceso en mi consagración a Jesús y su Proyecto.
En primer lugar rescato el proceso de autogestión y financiamiento del retiro, pues no sólo es la actitud que se espera de un adulto, sino que también responde a mi deseo de ser protagonista de este camino junto al Maestro. Proactividad la llaman algunos… Pasión le llamamos otros.
Desde un primer momento pude palpar la presencia de esa fuerza renovadora que nos invita a vivir con generosidad y “creatividad” la experiencia de liberación junto al pueblo sencillo, pues tuve que caminar cerca de 1,5 kms. desde el paradero del metrobus hasta la casa de retiro; todo rodeado de una hermosa y frondosa vegetación, en un atardecer que iluminaba todo con un resplandor esperanzador



2.- El Encuentro

A mitad del camino, el jeep blanco de la hna. Karoline Mayer se detiene para preguntar si yo también voy al retiro. Mariano con su humor particular me invita a subir sobre el techo del vehículo pues iba repleto en su interior. La llegada ya era, simbólicamente, un adelanto de la semana: muchas canas y niños.
La generación más joven estaba representaba por los jóvenes religiosos de los sscc y de los hnos. maristas; junto a un grupo de profesionales jóvenes comprometidos en la cercanía e inserción en un medio poblacional.
La fraternidad que se construye desde la espontaneidad de lo cotidiano, de la organización del comedor o de las habitaciones, fue lo primero que me conmovió. Aquí todos cooperamos con todos y todas; y no se necesita que nadie “paquee” a nadie.
El transcurrir del retiro en su estructura era bastante simple: oración a las 8 am, luego desayuno y un tema a las 9:15 hrs. El primer día nos sorprendió Sergio Torres con algunos elementos de la eclesiología del Vaticano II y el estancamiento de este proceso en la iglesia. Después de un espacio para la reflexión y el debate, el almuerzo y luego tiempo libre que la mayor parte de los asistentes compartíamos en la piscina del lugar.
En la noche, después de la cena, nos juntábamos a celebrar la fe. El primer día trabajé en la comisión que preparó la Cena del Señor, que se nos propuso deconstruir para ofrecer algo novedoso y cercano a la experiencia de quienes participaban en el retiro.
Volver a experimentar “la presión” de tener que ser “creativos” en la liturgia me hizo recordar los experimentos en tiempos del Alfonsiano y de las propuestas de la casa de formación. Sin duda fue una experiencia significativa al enlazarse en un trabajo en equipo y al retrotraer recuerdos actualizándolos al presente.
El resto del tiempo se conjugaba con tiempos de silencio, adoración en la pequeña capilla, conversaciones fraternas (compartiendo experiencias de vida, visiones de iglesia, sueños, frustraciones y desafíos) y el trabajo grupal, compartiendo y sintetizando la reflexión del día de manera comunitaria.


Un espacio que agradezco enormemente fue el poder trabajar con los niños y niñas del retiro, con los que evidentemente se forma un vínculo estrecho y significativo. Un padre de familia fue el que me invitó a trabajar juntos y terminamos formando un equipo que además complementaban un hermano marista y dos jóvenes universitarias que también se encontraban viviendo la experiencia de retiro.
También resultaron significativas una liturgia de la reconciliación (donde tuve el honor de compartir y conmoverme con el testimonio y la ternura de Anita Gossens); y una hermosa celebración de la palabra que terminó con una llamada de Mariano a todos los jóvenes del retiro. Allí en la complicidad de la noche, el anciano soñador compartió sus inquietudes con todos nosotros que recién comenzamos a caminar, o que tenemos al menos, la inquietud de seguir a este Jesús encarnado en medio de su pueblo mayoritariamente empobrecido, excluido y oprimido. Escuchar que Mariano nos llamaba por nuestros nombres, nos preguntaba nuestro parecer o se inquietaba con nuestras búsquedas, fue un signo de recíproca gratitud y de esperanza compartida.



3-. Silencio cuestionador.

A la hora de almuerzo, en medio del silencio, un hermano o hermana nos leía fragmentos del libro “JESÚS: Aproximación histórica” de José Antonio Pagola (que por supuesto ya encargué un ejemplar a la Argentina) que iba motivando este encuentro personal con el Señor Jesús que invita y desafía. También compartíamos lecturas del libro “Conversaciones con Ronaldo Muñoz” de Enrique Moreno, especialmente sus reflexiones sobre tres ideas fundamentales: Jesús, los pobres y la fraternidad. En términos personales, este espacio de reflexión en el silencio, y su continuación en adoración o de trabajo personal fueron girando en torno a estos tres conceptos fundamentales y su vivencia en medio de la comunidad y del ser redentorista; concluyendo que es desafío urgente reinventar formas efectivas para vivir a conciencia esta propuesta

4.- Encuentro con Jesús, opción preferencial por los pobres y vivencia comunitaria.

La trilogía que marcó desde el inicio el retiro, concordaba perfectamente con las búsquedas de muchos de los que estábamos allí, quienes fuimos invitados desde el primer encuentro a vivir el retiro (y la vida) desde una triple opción: por Jesús, por los pobres y por la vivencia en comunidad. Desde este prisma, la mirada de la experiencia de retiro me permitió, comprender la sutileza que significaba compartir mayoritariamente con niños y ancianos durante la semana; signo de lo que sucede en la iglesia de nuestros tiempos y de aquellos que están excluidos de los modelos sociales imperantes. Una iglesia de niños y ancianos es la iglesia que hace la opción por Jesús… y a esa Iglesia me siento llamado, en esta hora, a servir.
La reflexión de esta realidad desafiante; y de cara a los testimonios de quienes había leído sus hazañas pero no tenía el gusto de conocer personalmente, me permitió integrar esperanzado el camino de búsqueda trazado hasta hoy. Es en síntesis, desde este lugar social y eclesial que comprendo personalmente el llamado a vivir mi consagración. Será desde esta vereda donde el caminar va inflamando el corazón a pesar de la desazón que significa construir desde la minoría o la periferia territorial, social, cultural y eclesial.



5.- Desde la Fraternidad se transita mejor hacia los Sueños

El sueño de consagrar la vida a Jesús, a su causa y a una comunidad reunida en la asamblea de la iglesia, adquiere otros matices, comprendiendo la realidad que vivimos actualmente; donde el consenso del grupo de jóvenes (religiosos y profesionales) indicaba que al tiempo nuevo, desafíos nuevos y que exigen nuevas respuestas a las que nosotros somos llamados a testimoniar en medio del mundo. Estos días, compartiendo con jóvenes religiosos y profesionales, sintonizados en torno al seguimiento del Maestro, me permitió comprender otra dinámica fraterna, menos entintada por la limitación afectiva o el hacinamiento;  configurada desde la libertad de los hijos de Dios en la búsqueda de la justicia del reino y desde esta riqueza, me siento llamado a compartir al interior de la comunidad en la que me toque vivir como congregado.
Mi reflexión, considerando esta invitación del Maestro, transitaba tanto por el ejercicio de la profesión (había sociólogos, educadora de párvulos, terapeuta ocupacional, educadora diferencial y psicólogos) al servicio del pueblo y con un claro compromiso en la transformación social (enfocada hacia el Reino o reinado del Dios Abbá); como por el proceso de formación a la vida religiosa como un tiempo de reflexión crítica de la realidad que nos toca enfrentar a la luz de las exigencias y alegrías que brotan de la Buena Noticia del Evangelio.


Esperanzador me resulta, en términos concretos, el hecho de comenzar este camino en Valparaíso, considerando toda la densidad histórica que habita en el cerro Cordillera; con la memoria del padre Gabriel, su Población Obrera, el Taller de Acción Comunitaria  y la vivencia de las Ceb’s tanto en la parroquia, como el proceso diocesano que se vive en la parte alta del puerto. No es menor el detalle de comenzar el nuevo camino en la parroquia donde fui bautizado, pues radicalizar el bautismo desde la opción de la vida religiosa redentorista, no sólo es un postulado teológico en el mundo de las ideas, sino que tiene un peso que se encarna en mi propia historia personal y en mi propio cuerpo finalmente.
Valparaíso irradia esperanzas y motiva a soñar procesos a mediano plazo, con la apertura de la Facultad de Teología o la continuidad que me permiten al ejercer la docencia en la mismas PUCV.
Caminar con estas utopías, no son el delirio de un “adolescente tardío”, como alguien desafortunadamente me etiquetó alguna vez, con bastante irresponsabilidad profesional; sino que responden a un proceso de reflexión y una vivencia personal de cara al Maestro de Nazaret. Surgen de la vida de oración en medio del ajetreo de la vida, de la violencia hacia la mujer y los niños, situación que como profesional me ha tocado enfrentar; desde el clamor de liberación de los reos del módulo juvenil con quienes orábamos junto al pastor pentecostal; del encuentro con el ecumenismo en la iglesia luterana de Chile; del trabajo con los niños de Quintay y la denuncia del abandono por parte de las autoridades o de las vejaciones de la empresa privada que les robó el agua… en definitiva, responde a las utopías de un hombre que según la tradición, está pronto a cumplir la edad de su Maestro.

5.1.- De Teología de la Liberación y otros desafíos

Por estas y otras razones más complejas de desarrollar, considero que la Teología de la Liberación da respuestas a mis búsquedas personales y comunitarias que he enfrentado los últimos años; y desde este marco referencial, aún sostengo que necesitamos superar esta teología en función de una “Teología de la Redención” como apuesta para nuestros tiempos y que nosotros como redentoristas, acompañados por el Espíritu del Resucitado, tenemos el deber de desarrollar, impulsar y promover, no sólo desde la tribuna de la academia, sino desde una “Praxis Redentora” encarnada en nuestra cotidianeidad.
Desde allí que me parece tan motivador, un signo de gozo y esperanza, el proceso de reestructuración que la congregación está viviendo y al cual me siento llamado a participar responsable y vivencialmente; pues esa “opción preferencial por los pobres” (que para muchos es sólo un slogan desgastado) vibra en sintonía con nuestro instituto que fue fundado para “seguir el ejemplo de Jesucristo Salvador en la predicación de la palabra de Dios a los pobres, como Él dijo de sí mismo: Me envió para anunciar la buena nueva a los pobres” (Const. 1).
Siguiendo esta intuición, mi deseo de volver a ser redentorista, se fundamenta en el seguimiento de Jesús que nos motiva y nos desafía a hacer carne e historia aquello de que “los redentoristas han de poner atención especial a los pobres, a los de condición más humilde y a los oprimidos, cuya evangelización es signo de la llegada del Reino de Dios y con quienes Cristo ha querido en cierto modo identificarse” (Const. 4)



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