3.5 La
Liberación como exigencia de la Praxis
3.5.1.
Hacia una Psicología de la Liberación
Partiendo
de la toma de conciencia de que el aporte de la Psicología como ciencia y
praxis a los pueblos latinoamericanos es insuficiente y extremadamente pobre,
Baró reconoce que ha habido psicólogos comprometidos con la causa de los
pobres, pero que en definitiva ha sido un trabajo personal y político al margen
de la propia psicología. La psicología en general, no solo desde la psicología
social estaría en deuda con los conflictos y problemáticas que enfrentan los
pueblos latinoamericanos. En este sentido, plantea que “el quehacer de la Psicología latinoamericana, salvadas algunas
excepciones, no sólo ha mantenido una dependencia servil a la hora de
plantearse problemas y buscar soluciones, sino que ha permanecido al margen de
los grandes movimientos e inquietudes de los pueblos latinoamericanos” (Martín
Baró, I. 1998 p. 284).
En
términos teóricos se menciona el trabajo de Jacobo Varela y su “tecnología
social” o el trabajo psicoanalítico de Pichón-Rivière, y a pesar del gran
aporte a la psicología siguen siendo desconocidos en ambientes bastante amplios
fuera de Latinoamérica; incluso dentro de ella. Quizás el trabajo más potente
de un latinoamericano, con una influencia en la propia historia de los pueblos
del cono sur, haya sido la “alfabetización concientizadora” de Paulo Freire,
que no sólo nutre el registro teórico, ni lo fecunda con su rica imbricación
entre pedagogía, psicología, filosofía y sociología; sino que “sobre todo, la conscientización constituye
una respuesta histórica a la carencia de palabra, personal y social, de los
pueblos latinoamericanos, no sólo imposibilitados de leer y escribir el
alfabeto, sino sobre todo para leerse a sí mismos y para escribir su propia
historia” (Martín Baró, I. 1998 p. 285).
Mientras
se pueda observar otras ramas del conocimiento y su desarrollo, como la teoría
de la dependencia desde la sociología, queda de manifiesto la precariedad del
conocimiento psicológico en estas latitudes y la falta de pensamiento propio
como aporte a nuestros pueblos. Según Baró, se puede conocer más de la psicología de nuestros pueblos leyendo las novelas de García Marquez o Vargas
Llosa que nuestros trabajos sobre personalidad y ciertamente, “la teología de la liberación ha sido capaz
de reflejar y estimular al mismo tiempo las recientes luchas históricas de las
masas marginales con mucha mayor fuerza que nuestros análisis y recetas
psicológicas sobre la modernización y el cambio social” (Martín Baró, I. 1998
p. 285).
Peor
aún, ya que la psicología no ha cooperado en el terreno de las luchas
populares, ni ha desarrollado teoría propia para los conflictos psicosociales
de la población latinoamericana, si ha avalado con su conocimiento importado el
psicologicismo imperante e inmovilizador, recuperando para el sistema, incluso
aquellos aspectos psicológicos del proceso conscietizador freiriano,
encapsulándolos sólo en categorías psicológicas individualistas y funcionales
al modelo de desarrollo injusto y opresor.
3.5.1.1
Esclavitud de la Psicología Latinoamericana
En
la lógica de Martín Baró, la pobreza de la psicología latinoamericana y su
dependencia de otros referentes se debe a dos razones fundamentales: a) su
relativa juventud y b) el neocolonialismo cultural al que se somete desde hace
un siglo, donde se somete al “garrotazo cultural” y las aparentes ventajas de
la “zanahoria modernista y tecnológica”.
En
este contexto, el jesuita desnuda tres causas de la miseria histórica de la
psicología latinoamericana.
3.5.1.1.1 Mimetismo cientista
En
términos generales, a la psicología latinoamericana la sucedió el mismo
fenómeno que a la estadounidense a principios del siglo XX, que ante la
necesidad de adquirir status científico fijó su mirada en las ciencias
naturales, para lograr un método y conceptos que le permitieran consagrarse
científicamente y validarse socialmente. La psicología latinoamericana, por su
parte, le pidió prestado su bagaje conceptual, metodológico y práctico a la
norteamericana, para poder lograr el status social y científico que anhelaba.
El problema no estriba tanto en la importación de modelos teóricos y prácticos;
sino en su aplicación acrítica por parte de los psicólogos latinoamericanos,
quienes han ido desechando los modelos psicoanalíticos y conductuales, no por
una visión crítica de ellos, sino más bien porque los colegas del norte están
utilizando los modelos cognitivistas, transformando a la psicología
latinoamericana en seguidora de las modas estadounidenses. En este sentido, “la aceptación acrítica de teorías y modelos
es precisamente la negación de los fundamentos de la misma ciencia. Y la
importancia ahistórica de esquemas conduce a la ideologización de unos
planteamientos cuyo sentido y validez, como nos lo recuerda la sociología del
conocimiento, remiten a unas circunstancias sociales y a unos cuestionamientos
concretos” (Martín Baró, I. 1998 p. 289).
3.5.1.1.2 Carencia de una epistemología adecuada
La
psicología se fundamenta en presupuestos que rara vez se discuten y que a
juicio de Baró, han imposibilitado un el desarrollo de una Psicología
latinoamericana.
a) El
Positivismo: ha generado una reducción de los fenómenos psicológicos y sociales
a las condiciones ideales del laboratorio donde se investiga, dejando fuera la
variable histórica y las lecturas de los fenómenos que vayan más allá de los
mensurable desde la mirada del investigador.
b) El
individualismo: con el que se asume al sujeto ultimo de la psicología como el
individuo y de desconoce o minimiza el carácter estructural de muchos problemas
psicosociales, reduciéndolos a sólo esquemas psicologicistas.
c) El
hedonismo: en todas las teorías psicológicas se encuentra presente el principio
de la búsqueda del placer o la satisfacción que no permite comprender otras facetas
del ser humano como la solidaridad y al altruismo, evidenciando una
trasposición del modelo capitalista a la naturaleza humana.
d) La
Visión Homeostática: que lleva a desconfiar de aquello que signifique cambio y
desequilibrio, valorando como negativo aquello que implique ruptura, conflicto
o crisis.
e)
Ahistoricismo: el
cientificismo dominante nos lleva a pensar que la naturaleza humana es
universal y no hay mucha diferencia entre un estudiante universitario en
norteamericano y un campesino nicaragüense; y se puede aplicar en ambos casos
con dudosa neutralidad criterios diagnósticos o evaluativos con certeza
psicológica. Sin embargo, “una concepción
del ser humano que pone su universalidad en su historicidad, es decir, en ser
una naturaleza histórica, acepta que tanto las necesidades como la inteligencia
son en buena medida una construcción
social y, por tanto, que asumir unos modelos presuntamente transculturales y
transhistóricos, elaborados en circunstancias distintas a las nuestras, puede llevarnos
a una grave distorsión de lo que en realidad son nuestros pueblos” (Martín
Baró, I. 1998 p. 292).
3.5.1.1.1 Dogmatismo Provinciano
En
relación a la dependencia teórica de la psicología latinoamericana, se
configuran a juicio del autor tres falsos dilemas que limitarían el espacio de
libertad necesarios para plantear los problemas más acuciantes de los pueblos
latinoamericanos.
a) Psicología
científica v/s Psicología con alma: se desarrolla en los centros académicos,
donde se tensiona la psicología de carácter más científico, con una
antropología cristiana. Se disputa en el aérea del acompañamiento terapéutico
enfrentando al acompañamiento espiritual que realizan los sacerdotes católicos
en los sectores medios y burgueses, que ven con recelo y cierto peligro a las
teorías psicológicas.
b) Psicología
humanista v/s Psicología materialista: es el dilema que desconcierta al autor,
pues no logra comprender en qué medida la psicología de Maslow es más humanista
que la de Freud, pues a su juicio ambas hacen un aporte a la humanización de
las personas.
c)
Psicología reaccionaria
v/s Psicología progresista: en este sentido, el autor nos señala que “una psicología reaccionaria es aquella cuya
aplicación lleva al afianzamiento de un orden social injusto; una psicología
progresista es aquella que ayuda a los pueblos a progresar, a encontrar el
camino de su realización histórica, personal y colectiva” (Martín Baró, I. 1998
p. 293). Sin embargo, lo que hace reaccionaria o progresista a una teoría
no tiene que ver tanto en su lugar de origen cuanto en su capacidad para
explicar u ocultar la realidad; y en su capacidad para reforzar o transformar
el orden social.
3.5.1.2 Hacia una Psicología de la Liberación
Considerando
la contextualización anterior, y si la psicología quiere dar respuestas a las
angustiantes interrogantes de los pueblos latinoamericanos, desde sus
sufrimientos y sus luchas, los psicólogos de esta parte del mundo debiesen
reformular tanto su bagaje teórico como su práxis profesional. En este
sentido, el jesuita nos señala que “si se
me permite formular esta propuesta en términos latinoamericanos, hay que
afirmar que si pretendemos que la psicología contribuya a la liberación de
nuestros pueblos, tenemos que elaborar una psicología de la liberación” (Martín
Baró, I. 1998 p. 295). Sin embargo, esta tarea no sólo se configura como
una tarea teórica, sino que fundamentalmente práxica, siendo primordial para la
liberación de los pueblos que la psicología se libere de sus propias
esclavitudes, y será que “realizar una
Psicología de la liberación exige primero lograr una liberación de la
psicología” (Martín Baró, I. 1998 p. 295).
Dialogando
con un connotado teólogo de la liberación, Baró señala lo fundamental en la
teología de la liberación, que resulta iluminador para esta liberación de la
Psicología.
1)
“La
afirmación de que el objeto de la fe cristiana es un Dios de vida y, por tanto,
que el cristiano debe asumir como su primordial tarea religiosa promover la
vida” (Martín Baró, I. 1998 p. 295). Desde allí que
lo que principalmente se opone a esta fe no es el ateísmo, sino la idolatría
que genera falsos dioses, como el dinero, y reclama para sí el sacrificio de
las mayorías populares.
2)
“La
verdad práctica tiene primacía sobre la verdad teorética, la ortopraxis por
sobre la ortodoxia” (Martín Baró, I. 1998 p. 295). Por
esta razón, para la teología de la liberación es más importante el hacer que el
decir, en función de manifestar en la historia presente el Sacramento de
Salvación de un Dios que libera históricamente a los pueblos oprimidos.
3)
“La
fe cristiana llama a realizar una opción preferencial por los pobres” (Martín
Baró, I. 1998 p. 295). Se comprenderá
entonces que la teología de la liberación plantee que a Dios hay que buscarlo
entre los pobres y marginados, y en medio de ellos, y junto a ellos vivir la
fe. La opción por los pobres, será entonces el quicio de la praxis cristiana
desde la religión subversiva, sin por ello limitar el universalismo de la
salvación, pero sí define desde este lugar socioeclesial el privilegiado para
realizar la tarea salvífica de la construcción del Reino de Dios.
Será
por esta influencia que el jesuita declarará que “desde la inspiración de la teología de la liberación podemos proponer
tres elementos esenciales para la construcción de una Psicología de la
Liberación de los pueblos latinoamericanos: un nuevo horizonte, una nueva
epistemología y una nueva praxis” (Martín Baró, I. 1998 p. 295).
3.5.1.2.1 La Opción por los pobres como Nuevo Horizonte
Siguiendo
esta intuición, la Psicología latinoamericana debiese despreocuparse de buscar
su status científico y social, para desembocar sus fuerzas históricas en un
servicio eficaz a las necesidades de las mayorías populares. “Por tanto, si la necesidad objetiva más
perentoria de las mayorías latinoamericanas la constituye la liberación
histórica de unas estructuras sociales que les mantienen oprimidas, hacia esa
área debe enfocar su preocupación y su esfuerzo la Psicología” (Martín Baró, I.
1998 p. 295). Y en este sentido, deberá trabajar en un proceso de
conscientzación al estilo freiriano, que significa últimamente una ruptura con
las cadenas de la opresión tanto personal, como comunitaria y social.
3.5.1.2.2 Una Nueva Epistemología
Si
se pretende trabajar a favor de la liberación de los pueblos oprimidos
latinoamericanos, la psicología de la liberación debiese buscar nuevas formas
de construir su conocimiento psicológico, pues la verdad de los pueblos no se
encuentra en su presente de opresión sino en su futuro de libertad; y se
presenta el hecho concreto de que la verdad de los pueblos no hay que
encontrarla sino que construirla y ello significa configurar una nueva
perspectiva para mirar la realidad y una nueva praxis profesional. Se trata
finalmente de que pensemos y teoricemos no para los oprimidos, sino desde
ellos; “y así como la teología de la
liberación ha subrayado que sólo desde el pobre es posible encontrar al Dios de
vida anunciado por Jesús, una Psicología de la liberación tiene que aprender
que sólo desde el mismo pueblo oprimido será posible descubrir y construir la
verdad existencial de los pueblos latinoamericanos” (Martín Baró, I. 1998 p. 298).
3.5.1.2.3 Una Nueva Praxis
Considerando
que lo opaco de la realidad se ilumina mientras el psicólogo opera sobre ella
transformándola, se hace urgente la toma de conciencia que la mayoría de las
veces se actúa desde el centro del poder, ya sea como clínico, educacional e
incluso comunitario. “De allí que para
adquirir un nuevo conocimiento psicológico no baste con ubicarnos en la
perspectiva del pueblo, es necesario involucrarnos en una nueva praxis, una
actividad transformadora de la realidad que nos permita conocerla no sólo en lo
que es, sino en lo que no es, y ello en la medida en que intentamos orientarla
a lo que debe ser” (Martín Baró, I. 1998 p. 299). Será entonces una praxis
popular, que tome partido y se involucre en la causa de los explotados y
excluidos, traduciéndose finalmente en una opción ética, desde donde no sólo se
transformará la estructura de injusticia, sino que a la vez, se construirá un
nuevo conocimiento.
3.5.1.3. Tres Tareas Urgentes
Dado
la novedad de la psicología de la liberación, son muchas los desafíos que se le
presentan tanto a nivel teórico como práctico. Baró nos presentará tres tareas
que a su juicio le parecen de especial importancia: 1) la recuperación de la
memoria histórica, 2) la desideologización del sentido común y de la
experiencia cotidiana, y 3) la potenciación de las virtudes populares.
3.5.1.3.1 La Recuperación de la Memoria Histórica
Frente
al presentismo histórico naturalizante que mantiene sujeta a las mayorías de
los pueblos latinoamericanos, sumergidos en un fatalismo que mantiene una imagen
negativa de sí mismos en relación a otros pueblos, se hace necesario recuperar
la memoria histórica que permita “descubrir
selectivamente, mediante la memoria colectiva, elementos del pasado que fueron
eficaces para defender los intereses de las clases explotadas y que vuelven
otra vez a ser útiles para los objetivos de lucha y conscientizacion” (Martín
Baró, I. 1998 p. 301). En este sentido, se trata de recuperar no sólo la
historia de un pueblo, sino aquellos elementos que sirvieron ayer y pueden servir
hoy para un proceso de liberación
3.5.1.3.2 Desideologización de la experiencia cotidiana
Partiendo
de la base de que el conocimiento es una construcción social, la realidad
latinoamericana se ha configurado con un constante “garrotazo cultural”, a través
de los medios de comunicación social que transforma una realidad desde una
mentira sistemáticamente construida, conformando de esta forma un falso sentido común y desfigurando la
experiencia cotidiana de la mayoría de las personas, sobretodo de aquellas en
situación de opresión y exclusión. “Desideologizar
significa rescatar la experiencia original de los grupos y personas y
devolvérsela como dato objetivo, lo que les permitirá formalizar la conciencia
de su propia realidad verificando la validez del conocimiento adquirido”
(Martín Baró, I. 1998 p. 302).
3.5.1.3.3 Potenciación de las Virtudes Populares
La
historia contemporánea ha dejado al descubierto por lo menos en el pueblo
salvadoreño, una inquebrantable solidaridad frente al sufrimiento, una gran
capacidad de sacrificio y de entrega por el bien colectivo y una tremenda fe en
la capacidad humana para transformar el mundo. En este sentido Baró nos
recuerda que “Monseñor Romero, el
asesinado arzobispo de San Salvador dijo en una oportunidad refiriéndose a las
virtudes del pueblo salvadoreño: “Con este pueblo, no es difícil ser buen
pastor”. ¿Cómo es posible que nosotros, psicólogos latinoamericanos, no hayamos
sido capaces de descubrir todo ese rico potencial de virtudes de nuestros
pueblos y que, consciente o inconscientemente, volvamos nuestros ojos a otros
países y a otras culturas a la hora de definir objetivos e ideales?” (Martín
Baró, I. 1998 p. 302).
Finalmente,
el jesuita reflexiona sobre el gran desafío que le compete a la Psicología de
la Liberación, si quiere ser una herramienta útil y comprometida con los
pueblos latinoamericanos y si quiere profundizar en un aporte significativo a
todo el conjunto de la Psicología universal, sin embargo enfatiza en el hecho
de que “una Psicología de la Liberación
requiere una liberación previa de la Psicología, y esa liberación sólo llegará
de la mano de una praxis comprometida con los sufrimientos y esperanzas de los
pueblos latinoamericanos” (Martín Baró, I. 1998 p. 302).