lunes, 3 de marzo de 2014

Reflexiones Sobre el Pensamiento de Gustavo Gutierrez V

2.3.3.2. Significación Bíblica de la Pobreza

Tratando de profundizar en el desarrollo teológico del termino “probreza”, el teólogo de la liberación nos invita a adentrarnos en el terreno de la exégesis bíblica, considerando que “tratado por toques rápidos o profundos, describiendo situaciones sociales o expresando experiencias espirituales difícilmente transmisibles, definiendo la actitud personal y la de todo un pueblo ante Dios, o las relaciones de los seres humanos entre ellos, la pobreza es un tema central tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento” (Gutierrez, G. 2008).

Tratando de desarrollar un concepto de pobreza evangélica, Gutierrez nos referirá que desde las Sagradas Escrituras, la pobreza se entiende en función de:
 

2.3.3.2.1. La Pobreza como estado “Escandaloso”

El autor comienza este apartado con la siguiente constatación:
“La pobreza es para la Biblia un estado escandaloso atentatorio de la dignidad humana y, por consiguiente, contrario a la voluntad de Dios” (Gutierrez, G. 2008. P. 415)

Le erudición bíblica de Gustavo Gutierrez, le permite graficar el rechazo que desde el elnguaje bíblico encontramos entorno al tema de la pobreza en cuanto a situación de indignidad del ser humano.
Desde la exégesis bíblica se entiende que las imágenes que se utilizan en torno al tema de la pobreza rara vez utilizan algún término neutro. La caracteristica de los profetas es precisamente utilizar “designaciones que fotografíen al pobre concreto y viviente” (Gutierrez, G. 2008). El pobre será definido por vocablos como “ebyon” entendido el que le falta algo y lo espera de otro. Otro vocablo es “dal” significante de debil o flaco. En una misma raíz se encuentran “ani” el encorbado o el que está bajo un gran peso y finalmente “anaw” que connota cierta forma religiosa al definirse como el humilde ante Dios. De la raíz anaw, encontraremos el plural “anawin” de posterior desarrollo en la teología de la liberación. También encontramos en el Nuevo Testamento (de redacción griega) el vocablo “ptojós” que significa el que no tiene lo necesario para subsistir, el miserable obligado a la mendicidad”.

Estos términos describen en el lenguaje bíblico la condición humana desgarrada y humillada; ciertamente no se constituyen en una idealización de la pobreza como una virtud espiritual o un objetivo a perseguir. El contexto en que encontramos estas expresiones está relacionado generalmente al mensaje de los profetas en una evidente protesta a la dignidad pisoteada de una porción del pueblo de Israel que no sólo esta siendo excluida, sino que son a su vez explotada por quienes detentan el poder.

En este sentido, es evidente una toma de posición que se manifiesta en un claro rechazo a la pobreza; “la indignación es el clima en que se describe una situación de pobreza, y se señala su causa: la injusticia de los opresores”. (Gutierrez, G. 2008).

Queda de manifiesto, desde esta exégesis bíblica, que la pobreza no es querida por Dios, pero no se límita sólo al anuncio del Dios de Jesucristo. Hay sobretodo una denuncia sobre las causas de esta condición de pobreza, que no se debe a un cierto fatalismo, sino más bien a la explotación y el abuso de unos pocos por sobre algunos pobres que son víctimas de otras personas. “Los profetas denunciarán todo tipo de abuso, toda forma de mantener a los pobres en esa situación y de crear nuevos pobres”. (Gutierrez, G. 2008). En este sentido se denuncia y se condenan las situaciones de opresión y de injusticia sobre los más frágiles en el tejido social, encontrandose en el Nuevo Testamento una fuerte crítica a la opresión de los ricos especialmente en el Evangelio de Lucas y en la Carta de Santiago.


No obstante, junto con la denuncia de la opresión y el abuso sobre el pueblo empobrecido; es posible encontrar otros lugares en las Sagradas Escrituras, donde se mensionan medidas concretas y positivas para impedir que la pobreza se instale en medio del pueblo de Dios (Gutierrez, G. 2008). Hay una cuerpo completo de la legislación judaica, en los libros del Levítico y Deuteronomio, que se encargan precisamente de evitar la acumulación de riqueza desmesurada y la explotación a ella asociada.
Desde la perspectiva de la exégesis bíblica, para Gutierrez existen tres motivos principales para tan energico repudio a la pobreza.

1.-  “En primer lugar, la pobreza contradice el sentido mismo de la religión mosaica” (Gutierrez, G. 2008). No se debe olvidar la misió profética de Moisés que libera al pueblo de la Esclavitud de Egipto. En el gesto liberador del Dios de Israel, que libera al pueblo de la opresión, se entrelazan inextricablemente la libertad de la opresión y la supresión de la pobreza que esta opresión implica. El ideal propugnado por el antiguo testamento es precisamente el reflejado por el Deuteronomio, al pretender una sociedad con “el ideal de un pueblo fraterno donde no deberían existir pobres”(Gutierrez, G. 2008. p.419). Aceptar la injusticia, la explotación y la pobreza sujeta a ellas, significaría un retroceso a una situación histórica de esclavitud superada en la gesta del Éxodo desde Egipto a la Tierra prometida.

2.- “Si el estado de esclavitud y explotación en que se hallaba el pueblo judío en Egipto es repudiado, es porque va en contra del mandato del Génesis” (Gutierrez, G. 2008).

3.- Finalmente, “los seres humanos no sólo han sido hechos a imagen y semejanza de Dios. Son además el sacramento de Dios” (Gutierrez, G. 2008)
Se comprende entonces, la pobreza como una expresión de pecado, pues “en una palabra, la existencia de la pobreza refleja una ruptura de solidaridad entre personas y de comunión con Dios. La pobreza es expresión de un pecado, es decir, de una negación del amor. Por eso es incompatible con el advenimiento del Reino de Dios, Reino de amor y de justicia”. (Gutierrez, G. 2008)

2.3.3.2.2. La Pobreza como “Infancia Espiritual”

Así como encontramos una significación negativa de la pobreza, entendida esta como un mal que afecta a la humanidad; en la biblia podemos encontrar una segunda línea de interpretación, comprendiendo al pobre como “el cliente de Yavhé”. La pobreza sería entonces, según este enfoque “un poder de acoger a Dios, una disponibilidad a Dios, una humildad ante Dios” (Gelin, A; en Gutierrez, G. 2008 p.421)


El sentido religioso no le viene de forma antojadiza, sino que responde a la lectura teológica que hacen los profetas de la historia del pueblo de Israel. Frente a las infidelidades que el pueblo comete a su promesa y Alianza que realizaron con el Dios Yavhé en el monte Sinaí; surge la noción de un “Pequeño Resto”, el pueblo pobre e insignificante que es abandonado a su suerte después de la caída de la monarquía y la invasión de la potencia extranjera de Babilonia.

En el lenguaje profético se utilizan las mismas palabras que designan la pobreza como mal, aunque con el tiempo se va profundizando en su sentido más espiritual; siendo “el caso de “anaw” que, empleado en plural (anawin) designará en forma privilegiada al pobre espiritual” (Gutierrez, G. 2008)
En las figuras de los “Anawin” y el “Pequeño Resto” se grafica de manera concreta el Israel del futuro. Desde el seno de ese pequeño resto, empobrecido y abandonado, surgirá el Mesías esperado; será aquí que a partir del siglo VII a.C., con el Profeta Sofonías“aquellos que esperan la obra liberadora del Mesías serán llamados pobres”. (Gutierrez, G. 2008).


De esta manera, para el autor, la pobreza en su sentido espiritual se convertirá en un ideal de vida. “La pobreza así entendida es lo opuesto al orgullo, a una actitud de suficiencia; es en cambio, sinónimo de fe, de abandono y confianza en el Señor” (Gutierrez, G. 2008 p. 422). Consolidando esta interpretación de la pobreza como ideal de vida, se encuadran el testimonio de los profetas (Jeremías se llamará a si mismo ébyón [pobre]) y el trabajo del salmista, que presenta la actitud religiosa del pobre cómo el que conoce a Yavhé, el que se abandona y lo acoge; aquel que observa los mandamientos, y reconoce en los pobres a los justos e integros. Esta actitud, se contrapone al orgulloso, el que es enemigo de Yavhé y del desvalido. (Gutierrez, G. 2008).

Será en el desarrollo literario del nuevo testamento que la pobreza espiritual llegará a su plenitud. En los evangelios de Mateo y Lucas, encontraremos el concepto asociado a las Bienaventuranzas que Jesús declara a una multitud de seguidores.



En este sentido, Gutierrez describe que:
“la pobreza que Mt. 5,1 (bienaventurados los pobres de espíritu) declara bienaventurada es la pobreza espiritual, tal como se la entiende a partir de Sofonías: total disponibilidad ante el Señor”. (Gutierrez, G. 2008 p. 423)


Serán entonces las bienaventuranzas de Mateo, un canto a la pobreza entendida como infancia espiritual, una actitud de total apertura el misterio de Dios; en último término será la actitud de Cristo, la de no tener más alimento que la voluntad del Padre. Se sobrepasa entonces la relación de pobreza y renuncia a los bienes materiales, elevando de esta forma, la pobreza como ideal de vida de quien se dice seguidor de Jesucristo.

De la claridad de la interpretación mateana, nos pasamos a la ambigüedad que genera la versión lucana. Según Gutierrez, la versión  del evangelio de Lucas, “Bienaventurados los pobres de espíritu” estaría generando algunos problemas de interpretación que seguirían dos líneas diferentes. (Gutierrez, G. 2008)
Será a Lucas a quien se le atribuyen la autoría de un evangelio y del libro de Los hechos de los Apóstoles. En ambas obras “los temas de la pobreza material, de la puesta en común de los bienes, de la condenación de los ricos, son frecuentes” (Gutierrez, G. 2008) situación que da pie para pensar que los pobres bendecidos son lo opuesto a los ricos que condena, entendiendo de esta forma que “la pobreza que se habla en la primera bienaventuranza sería entonces la pobreza material” (Gutierrez, G. 2008 p. 423).

Esta constatación deja en evidencia una doble interpretación. La primera de ellas estaría en la línea de canonizar a los pobres por su condición social, otorgándoles el privilegio de la salvación sólo por su condición socioeconómica; excluyendo de suyo a quienes no estarían dentro de este grupo. De esta forma no sólo habría exclusión de los no pobres, sino que además, la libertad de los que sí lo son, no sería tomada en cuenta, pues no habría una opción voluntaria a la salvación sino una imposición por pertenecer a una clase social. Esta interpretación, considerando el conjunto de la obra lucana, no sería plausible, pues estaría muy lejos de la intención del autor y del resto de las sagradas escrituras.

En cambio, la segunda interpretación se plantea desde una perspectiva en que sin querer perder el sentido sociológico y real de la pobreza, opone el mundo del presente con el que ha de venir, dejando a los pobres en el lugar de la resignación y tolerancia conformista de su situación de opresión, pues serán recompensados en la vida futura. En este sentido, se sacraliza un modelo de explotación, promoviendo desde la fe la resignación frente a la miseria e injusticia. Esto último, sí que estaría no sólo alejado del resto de las sagradas escrituras, sino que iría en contra de la palabra revelada por el Dios de Jesucristo.

Entendiendo esta interpretación como una seudoespiritualización del concepto, el autor comprende que “no es posible, en efecto, esquivar el sentido concreto y “material” que tiene, en este evangelista, el término pobre. Dicho término designa, en primer lugar, a aquellos que viven una situación social caracterizada por la carencia de bienes de este mundo, e incluso por la miseria y la indigencia. Más aún, se trata de un grupo social marginado, con un matiz de opresión y de falta de libertad” (Gutierrez, G. 2008 p. 452).



En esta perspectiva, el concepto de pobreza espiritual para Lucas, no estaría en la línea de la resignación de una situación de opresión porque será recompensada con la llegada del Reino de Dios; estando desligada de la noción de pobreza material. Al contrario, si seguimos a Lucas, la pobreza material es un mal que afecta la dignidad humana; señalando así que son bienaventurados los pobres, no sólo porque el reino les pertenece, sino porque esa pertenencia es actual. Para Gutierrez, y así lo asume la teología de la liberación, el Reino de Dios es un don que se acoge en la historia para ser llevada a su plenitud (Gutierrez, G. 2008) y este Reino trae consigo, necesariamente, el restablecimiento de la justicia en este mundo. Jesucristo declarará entonces bienaventurados a los pobres, por la cercanía de ese reino de justicia que ya ha comenzado, es decir: “se ha iniciado la supresión de la situación de despojo y pobreza que les impide ser plenamente seres humanos, se ha iniciado un Reino de justicia, que va incluso más allá de lo que ellos podrían esperar. Bienaventurados son, porque el advenimiento del Reino pondrá fin a su pobreza creando un mundo fraternal”(Gutierrez, G. 2008. p 426).

Ciudad de Casablanca, Lunes 3 de Marzo de 2014

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