2.3.3.3. Ensayo de Síntesis: Pobreza como Solidaridad y Protesta
Luego de describir dos formas de comprender la pobreza en
cuanto a estado escandaloso y como infancia espiritual; el autor nos propone
una tercera alternativa, para profundizar en la comprensión cristiana del
testimonio de probreza entendiendo “la
pobreza como un compromiso de solidaridad y protesta.” (Gutierrez, G. 2008)
Se comprende entonces que la pobreza en el sentido bíblico se
asocia a la pobreza material entendida como un mal que afecta a la humanidad,
transformándose de esta forma en algo repudiable, que ni puede ser elevada a la
categoría de ideal por la comunidad de cristianos. Asumir la pobreza material
como virtud, estaría en la línea de la justificación (involuntariamente hablando)
de la situación de opresión e injusticia que causan la marginación y la pobreza
en nuestro continente.
Así mismo, la pobreza entendida como infancia espiritual, no
se comprende sólo como el desprendimiento de los bienes de este mundo, sino
como una actitud más radical y profunda ante el Dios de la Vida, donde la
relación con el uso, o la propiedad de bienes económicos es ineludible, pero
secundaria y parcial. La infancia espiritual se entiende desde la perspectiva
de un “poder de acoger” y no como recepción pasiva del don de Dios,
redefiniendo de esa forma la relación total que establecen los hombres con
Dios, con los otros y con las cosas.(Gutierrez, G. 2008)
Para poder comprender entonces, la noción de pobreza como
compromiso y protesta, tendremos que mirar a la figura de Jesucristo, que en
palabras de Pablo “siendo rico se hizo pobre” con el propósito de que nos enriqueciéramos con su pobreza.
Felipe Berríos S.J. |
El aniquilamiento del Dios-hombre Jesucristo, se debe a que
asume de esta manera la fragilidad del género humano para su redención,
manifestando en el gesto de asociarse al pueblo pobre, su amor y solidaridad
con quienes padecen del mal asociado a la pobreza, posicionándose claramente “para luchar contra el egoísmo humano,
contra todo lo que divide a las personas,
contra lo que hace que haya ricos y pobres, propietarios y no propietarios,
opresores y oprimidos”. (Gutierrez, G. 2008 p. 428)
Mariano Puga Sacerdote Amigo de los Empobrecidos |
En este sentido, la pobreza como acto voluntario sería un “acto de amor y liberación” (Gutierrez, G.
2008), en la línea de la denuncia por medio del testimonio de una situación
que va en contra del evangelio. Se manifiesta de esta forma que el compromiso
cristiano con la pobreza del otro, con el sufrimiento de la miseria y la
opresión a la que son sometidos, deja en evidencia el mal presente en la
humanidad, fruto del pecado (o ruptura de la comunión) que esté representa.
En palabras del padre de la teología de la liberación, “no se trata de idealizar la pobreza sino,
por el contrario, de asumirla como lo que es: como un mal; para protestar
contra ella y esforzarse por abolirla. Como dice P. Ricoeur, no se está
realmente con los pobres sino luchando contra la pobreza” (Gutierrez, G. 2008
p. 428); y en el origen de esta protesta está el testimonio del Maestro de
Nazareth, pues desde la fe, se asume el testimonio de seguir la pobreza como
imitación de Cristo, que asume no sólo la pobreza por solidaridad, sino para
liberar a la humanidad de las garras del pecado que rompe el tejido social y
conduce a la injusticia.
Hna. Karoline Mayer |
En el ejemplo evangélico de la comunidad idealizada de los
Hechos de los Apóstoles, los bienes eran puestos en común, [“nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían
en común” (Hech. 4, 32)]; no entendiendo la pobreza como ideal, sino que
tendiendo a abolir la situación de ignominia sobre el empobrecido.
J. Dupont indica que no se trata de erigir la pobreza como
ideal, sino de procurar que no haya pobres (Dupont,
J. en Gutierrez, G. 2008 p. 429) ; hecho que para Gutierrez tiene una
claridad indesmentible: “el sentido de la
comunidad de bienes es claro: suprimir la pobreza por amor al pobre”
(Gutierrez, G. 2008).
Desde la opción por el seguimiento de Jesús, denunciando el
empobrecimiento por la injusticia al mismo tiempo que anunciando la inauguración
del Reino; hasta el compromiso de la comunidad en la puesta en común de los
bienes materiales, se dibuja una mirada cada vez menos asistencialista y
justificadora de la injusticia que afecta a las mayorías populares del llamado
tercer mundo. En el ejercicio de llevar a la teología al plano de la reflexión
crítica de una praxis histórica, el término pobre no puede llevar en sí una
carga espiritualizada y sentimentalista.
Desde la perspectiva de la teología de
la liberación, el pobre es un rostro concreto, desde el cual no sólo se vive en
encuentro con el otro ser humano pisoteado, sino que será desde estos rostros
históricos donde se tomará una postura clara en terminos políticos, en función
de un proceso de liberación.
El pobre, el empobrecido, es la mujer, el joven, el campesino
y el indígena excluido; son los miles de rostros pisoteados por un sistema
económico y sociopolítico fundado en el despojo y la injusticia, es el
proletario buscando sus derechos elementales. Y será en estos rostros donde se
encarnará el ideal cristiano. “Optar por
el oprimido es optar contra el opresor” (Gutierrez, G. 2008 p. 430) nos
dirá acertadamente el autor, evidenciando el carácter político que las opciones
del Evangelio nos invita a hacer; y esta valentía en expresar su teología, estará
también amenazada por la violencia a que se exponen quienes intentan
desarrollar este proyecto en medio de latinoamerica y del resto del tercer
mundo. Poner en peligro la vida, estaría significando el compromiso con el
pobre real, surgiendo de esta manera “nuevas
formas de vivir la pobreza, diferentes a la clásica renuncia a los bienes de
este mundo” (Gutierrez, G. 2008 p. 430).
Loreto Fernández. Teóloga Chilena |
La discusión sobre la pobreza saltaría los estrechos límites
de comprenderla sólo en las direcciones de la pobreza material como mal e
infancia espiritual. Se enriquecería con un análisis de la realidad del tercer
mundo, de las mayorías empobrecidas sistemáticamente durante siglos; donde el
pobre no sólo viven en condiciones materiales deficientes, sino que también es
discriminado, excluido y criminalizado. La pobreza solidaria, no sólo renuncia
a las opulencia del rico opresor, sino que también solidariza en la causa
liberacionista, exponiendo a quien hace esa opción a la precariedad del otro,
de la alteridad que desea acompañar en el proceso comunitario de liberación;
pero que al fin de cuentas, inevitablemente le lleva a entregar la vida,
exponerla hasta el límite de la propia muerte. Esa es la realidad de una
pobreza que no se restringe a los bienes materiales, sino que se empapa hasta
entregar la vida por el amor a los otros.
Ciudad de Casablanca, Martes 4 de Marzo de 2014.
Pascua de Antonia Martinez Lagares, Martyr de la lucha Universitaria asesinada en Puerto Rico (1970)
No hay comentarios:
Publicar un comentario