2.4.7.- Jesús y la centralidad de su mensaje: el Reino de Dios y el Dios del Reino.-
Memorial a Jecar Nehgme Calle Bulnes. Santiago Centro. 4 de Septiembre de 2015 |
Desde
la perspectiva de la cristología de Jon Sobrino y siguiendo el método histórico
crítico del análisis de las fuentes de los evangelios y los escritos del nuevo
testamento, la prédica y misión de Jesús de Nazaret no fue centrada en sí
mismo. Jesús vivió y se desvivió por una
realidad diferente, descentrada de sí mismo, y “en los evangelios eso que es central en la vida de Jesús aparece
expresado con dos términos: Reino de
Dios y Padre” (Sobrino, J. 1991
p.121).
De
estas dos palabras tenemos que agregar que, “en
primer lugar son palabras auténticas de Jesús. En segundo lugar, que expresan
realidades totalizantes, pues con “Reino de Dios”, Jesús expresa la totalidad
de la realidad y aquello que hay que hacer, y con “Padre”, Jesús expresa la
realidad personal que otorga sentido último a su vida, aquello en lo que Jesús
descansa y lo que, a su vez, no lo deja descansar” (Sobrino, J. 1991 p.121). Esta
dualidad, Padre y Reino de Dios, se relacionan entre sí y se complementan pues
será la noción de Reino de Dios lo que le dará razón de ser al Dios Abbá; y
esta paternidad de Dios será el fundamento del Reino de Dios.
En
relación al análisis de los evangelios, la predicación y el ministerio público
comienzan tanto en Mateo como en Marcos con el anuncio de Jesús que “se ha cumplido el tiempo y está cerca el
reino de Dios: arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia” (Mc. 1,14).
Desde
el inicio del ministerio público el gran número de veces que Jesús utiliza la
expresión Reino de Dios, deja en evidencia que no se puede dudar de la
centralidad histórica y teológica que el Reino significa para Jesús; “el tema central de la predicación de Jesús
era la soberanía real de Dios” (Sobrino, J. 1991 p.123). Y en esta
dirección, el autor nos señala que “Jesús
no sólo no se predicó a sí mismo, sino que lo último para él no fue simplemente
“Dios”, sino “el reino de Dios” (Sobrino, J. 1991 p.121).
Se
configura, desde la relacionalidad de Dios como Abbá o Padre y Reino de Dios,
una unidad dialéctica, donde Jesús expresa siempre que está Dios y algo más, y
ese “algo más” sería el Reino, que en algunas tradiciones se formula como
“voluntad realizada de Dios” o “pueblo de Dios”.
En este sentido, encontramos
que para Jesús “lo último tiene una
dimensión trascendente y una dimensión histórica” (Sobrino, J. 1991 p.123).
Ambas realidades, imbricadas mutuamente, dependerán entre sí; pues tanto el
Reino depende de Dios, así como la concepción de Dios dependerá de lo que sea
el Reino. Estamos entonces enfrente de un Dios que establece una relación
fundamental con la historia de los hombres. Es un Dios de la Historia.
En
este sentido, la concepción que Jesús tiene de este Dios de la Historia se
fundamenta en las tradiciones del Antiguo Testamento que siempre pusieron a
Dios en relación con su pueblo. Nunca en la tradición semita se comprendió a
Dios en sí mismo; sino que se entendía a Dios para la historia y en este
sentido es el Dios de un pueblo.
Sobrino
nos recuerda en esta línea que “en el
éxodo Dios es el que escucha los clamores de un pueblo para liberarlo y
constituirlo en pueblo y hacerlo su pueblo. En las tradiciones proféticas, Dios
es el que defiende a los oprimidos, denunciando a los opresores y anunciando
una nueva alianza con su pueblo” (Sobrino, J. 1991 p.124).
Se
comprende entonces, que hay una unidad entre el Dios que se da a la historia y
la historia que tiene que llegar a conformarse con la voluntad de ese Dios;
esta unidad, que es lo último, es lo que Jesús anunció y que formalmente
comprendemos como “Reino de Dios”. No obstante, el autor parafraseando a Walter
Kasper, nos señala que “jamás nos dice
Jesús expresamente qué es el reino de Dios. Lo único que dice es que está
cerca” (Sobrino, J. 1991 p.125).
Si
sólo hay un anuncio y no hay una definición de la soberanía de Dios, se
comprende que necesitamos de un método para comprender que señala Jesús en el
concepto Reino de Dios y que es lo que pensaba de él. Para lograr esta tarea,
el autor señala tres caminos o tres vías para poder averiguarlo: 1) la mas
tradicional y transitada por la teología es la Vía Nocional, es decir, la que
comprende la noción que Jesús tuvo del reino de Dios. 2) La segunda vía es la
de los destinatarios de este anuncio. Y aquellos son los pobres. 3) La tercera
vía es la de la práctica de Jesús, entendiendo ésta como hechos y palabras,
bajo el presupuesto de que lo que Jesús hizo estaba en función del anuncio del
reino.
Valparaíso 4 de Septiembre de 2015.
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